Para que un empaque produzca resultados halagadores, tiene que ser verdaderamente “hablador” en el sentido de que el empaque muchas veces toma el papel del contacto personal que puede ofrecer un vendedor, o si este se encuentra presente, entonces el empaque complementa la información sobre el producto.
Un empaque debe ser no solamente atractivo, sino también contener instrucciones sobre el producto que sean fáciles y rápidas de leer. Debe ser agradable a la vista; debe producir satisfacción; debe hacer que el producto se desee una y otra vez. Un empaque que cumpla con estos requisitos toma vida propia y le habla al consumidor.
Un empaque hablador, le dice al sentido del gusto: dulce... o picante.. ácido, agrio, etc. Lo mismo al sentido del tacto: firme, liso, pesado, suave, etc.
El ojo es un intérprete de todos los sentidos. El consumidor prueba, huele, oye y siente el producto a través de sus ojos, si todos los mensajes ayudan a la percepción han sido cuidadosamente planeados. Muchos de estos son sutiles, pero generalmente el consumidor responde a todas las cualidades del producto que se le están transmitiendo. Una comunicación rápida y clara beneficia al usuario y al producto.
Un buen empaque llega al corazón del producto, descubre su razón de ser y comunica creativamente. Un buen empaque tiene personalidad. El producto debe identificarse como una unidad que ofrece beneficios al consumidor. Todo esto hace necesario la definición de los conceptos básicos del diseño, para que a través de éstos, se obtenga una ambientación definida o una mejora en la definición de este, para lograr equilibrios que soporten la comunicación que se desea con este.
Empaque para alimentos. |
Empaque para mascota genetica. |
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